Comprendiendo la autoestima:
Desde las últimas décadas, ciertos conceptos se han vuelto populares en el ámbito de la psicología clínica, muchas veces utilizados para señalar aspectos supuestamente «causales» en la forma en que los sujetos interpretan sus experiencias. Uno de ellos es la autoestima, término que ha sido empleado en ocasiones de forma indiscriminada, incluso para establecer diagnósticos bajo la etiqueta de “baja” o “alta” autoestima. No obstante, este constructo dista de ser un concepto estático o plenamente explicativo por sí mismo.
En este artículo, abordaremos brevemente las preguntas: ¿Qué es la autoestima? y ¿cuáles son sus implicancias?
La autoestima se entiende como la valoración subjetiva que una persona hace de sí misma, y esta puede ser positiva, negativa o ambivalente. Se basa en gran medida en el autoconcepto, es decir, la imagen mental que el individuo tiene sobre sus características, capacidades, limitaciones y valor personal.
Sin embargo, no es un fenómeno unitario. Martínez (2009) señala que la autoestima es un constructo multidimensional, que incluye tanto aspectos valorados como el reconocimiento de las propias limitaciones. Además, se diferencia del autoconcepto porque implica un componente emocional: no se trata solo de saber quién soy, sino de cómo me siento respecto a lo que soy.
En esencia, la autoestima refleja una relación interna de equilibrio entre autoaceptación, valoración realista y la capacidad de convivir con nuestras fortalezas y debilidades.
¿por qué es importante?
Numerosas investigaciones han mostrado una correlación que la autoestima es un predictor de bienestar psicológico, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. En un estudio con 188 adolescentes, se encontró que la autoestima tiene una relación positiva significativa con el bienestar emocional, y una relación inversa con síntomas depresivos y malestar psicológico. Es decir, a mayor autoestima, menor probabilidad de experimentar emociones negativas o trastornos del estado de ánimo (Álvarez et al., 2019).
Asimismo, en población adulta, González-Villalobos y Marrero (2017) demostraron que la autoestima, junto con ciertos rasgos de personalidad, es uno de los factores más influyentes en la percepción de bienestar subjetivo y psicológico, incluso más que variables sociodemográficas como el nivel económico o el género (González-Villalobos & Marrero, 2017).
Esto sugiere que trabajar en fortalecer la autoestima puede ser una estrategia preventiva y terapéutica poderosa para mejorar la calidad de vida emocional de las personas.

Factores que influyen en la autoestima:
Sin embargo, la autoestima no surge de manera espontánea. Desde la infancia, se moldea a través de las interacciones con figuras significativas del entorno, como padres, cuidadores, maestros y compañeros. Además, factores como la cultura, el contexto social y los medios de comunicación ejercen una influencia constante en los criterios con los que una persona se compara y valora a sí misma.
Un estudio realizado con adolescentes evidenció una correlación significativa entre la autoestima y la percepción emocional en relación con los pares y con los padres. La calidad del vínculo interpersonal se identificó como un determinante relevante en la configuración de la autoestima personal en los jóvenes (Fulquez Castro et al., 2011).
Asimismo, la autoestima puede fluctuar según las experiencias vividas. Un entorno que valida, reconoce y apoya al individuo fortalece su sentido de sí mismo; en cambio, contextos hostiles o excesivamente exigentes tienden a debilitarla. Por ello, se reconoce que la autoestima no es un rasgo fijo, sino una construcción dinámica, que puede desarrollarse o deteriorarse a lo largo del tiempo.
En este sentido, cuando utilizamos el término “autoestima” en contextos clínicos o diagnósticos, vale la pena preguntarse:
¿Estamos realmente describiendo una característica interna del individuo, o estamos dando cuenta de las condiciones del entorno en el que esa persona fue formada?
Martínez, M. (2009). Algo sobre la autoestima. Qué es y cómo se expresa. Revista de Psicología, 11, 217–232.
Álvarez, D., Soler, M., & Cobo Rendón, R. (2019). Bienestar psicológico en adolescentes: relaciones con autoestima, autoeficacia, malestar psicológico y síntomas depresivos. Revista de Psicología, 33, 23–43. }
González-Villalobos, J. A., & Marrero, R. J. (2017). Determinantes sociodemográficos y personales del bienestar subjetivo y psicológico en población mexicana. Suma Psicológica, 24, 59–66.
Fulquez Castro, S. C., Nicolás, M., & Pañellas Valls, M. (2011). La atención emocional y la relación con la autoestima, la autoconfianza y las relaciones con los padres y con los pares: un estudio en adolescentes españoles y mexicanos. INFAD. Revista de Psicología, 2, 403–411.